Hay mariposas azules que reinan en los jardines más exquisitos. Hay seres etéreos, fascinantes, mágicos… capaces de convertir el agua en vino y el amor en música. Luego está mi madre que transforma todo ese ruido en oración y esos jardines en palacios.
Si soy huracán es porque heredé sus vientos.
Si mañana me rindo es porque ella lo habrá hecho.
Si hoy sonrío es porque en mi casa se dijo siempre que al mal tiempo, buena lucha, que la buena cara vendría después.
Faltarían décadas y palabras para decirle cuánto la quiero, pero sobre todo, cuánto le agradezco.
Mi madre se ha ganado su respeto. No lo obtuvo al darme la vida, sino al escogerme como suyo, al ponerme el nombre y al jurar que con sus hijos o todo o nada.
Si de alguien soy es de ella y eso que en mi casa siempre se habló de libertad. Ella fue libre de elegirnos. Ella es libre de amarnos.
El amor lleva su nombre, el color de sus alas y la fuerza de su experiencia. Mi madre nació silvestre, no era oruga, pero se hizo mariposa. Se hizo sueño y se hizo meta. Puso el listón a cotas imposibles y nos dio las armas para alcanzarlas.
Si soy huracán es porque heredé sus vientos.
Si hoy me quiero es porque ella me quiere.
Si hoy sé amar es porque ella me ama.
Si he llegado aquí es por la madre que me parió.
Ella atravesó los océanos y los continentes en busca de mi techo; me dio a mis semejantes, vástagos de su sangre, hijos de la fuerza, mis hermanos, los héroes y eligió entre cada hombre nefasto al mejor padre. El marido que ella merecía porque decidió que o era bien querida o se daría por satisfecha, pues su amor ya estaba bien depositado en los llantos de medianoche tras dar a luz.
En mi casa vivimos la vida como si de fuego se tratara, sentimos como los seísmos que anuncian la catástrofe y gritamos como tempestades.
Si de algo somos herederos es de entregarnos a la honestidad invencible de quienes somos y de lo que queremos.
Es así como ondea su apellido izado junto a nuestros nombres con el que fuimos bautizados no solo ante el cielo, sino ante su estirpe.Y es así como somos: furiosos y valientes.
Si soy huracán es porque heredé sus vientos, porque es la madre que me parió la fuerza de la naturaleza a la que adora el mismo Dios y se arrodilla el mundo.
Ella fue ciudad, la más bella, y su vientre el más atento de los hospedajes. Hoy es nación, la más solemne, y es su corazón la más ardiente de las capitales.
Mi madre nació valiente. Mi madre nació libre. Mi madre voló fuerte. Mi madre es… mi madre y si hoy soy, es porque ella me hizo ser. Y si hoy existo es porque ella me enseñó a existir.
Si sé volar es porque cuento con sus alas.
Si soy huracán es porque heredé sus vientos.